Libro blanco de la Sanidad de Madrid

Prólogo

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Tomás Gomez

Secretario General del PSM-PSOE y candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid en las Elecciones de Mayo de 2011

Cuando me han pedido que escribiera un prólogo para este libro que disecciona la realidad de la Sanidad madrileña y diagnostica las mejores soluciones, las viables, para atender una de las principales demandas de los ciudadanos, la esencia de lo que venimos llamando el Estado del Bienestar, he sentido la tentación de reducir el texto a una sola frase: están ustedes ante un trabajo de imprescindible lectura.

No puedo, sin embargo, desaprovechar esta oportunidad para hacer política. Porque reivindico la dignidad y la necesidad de que haya quienes a través de la política democrática luchen para convertir las ideas — algunas veces digo “sueños” — en realidades con la buena gestión de los recursos públicos. Como político, he prestado la mayor atención a los problemas de la sanidad madrileña. He denunciado sus carencias y, sobre todo, he lamentado la inexistencia hasta ahora de un proyecto global, camuflado por actuaciones improvisadas, con resultados efectistas.

Durante muchos meses he recogido las quejas de miles de madrileños, tanto usuarios como profesionales de la sanidad, exigiendo un cambio. No quieren ser ciudadanos de segunda división a los que se arroja, como en el campo de la educación, hacia el espejismo de la atención privada.

Como político defensor del modelo socialdemócrata, y de los valores éticos y de igualdad, tengo muy claros los conceptos fundamentales que deben ser defendidos porque han demostrado su eficacia en producir satisfacción colectiva y avanzar en el camino de la equidad. Pero, como político, conozco también la necesidad de trabajar en equipo y recibir el mayor número de aportaciones de profesionales en cada una de las materias a gestionar desde las responsabilidades de gobierno.

Por eso, desde hace casi dos años, he estado en contacto permanente con el grupo de especialistas que han elaborado el Libro Blanco de la Sanidad de Madrid tras un laborioso proceso de encuentros abiertos y consultas en la red a centenares de profesionales de los distintos ámbitos de la sanidad. Mi gratitud, hoy, por el entusiasmo con el que han respondido a mi demanda, demostrando la posibilidad de practicar un civismo activo que debe impregnar el tejido social con iniciativas enriquecedoras de un pulso democrático que no se agota en una cita electoral.

No tengo ninguna duda sobre el rigor y la experiencia que se acumulan en estás páginas. Ni sobre la ilusión y la ambición latente en que se conviertan en la guía de Buen Gobierno para Madrid . Deseo que este libro suponga una obligada referencia para cualquier debate sobre el modelo sanitario alejado de la superficialidad y el sectarismo ideológico. Precisamente, en plena sintonía con las consideraciones de este documento, puedo garantizar, de nuevo en mi condición de político, que haremos desaparecer cualquier sospecha sobre que la adscripción o proximidad a unas siglas impere sobre la cualificación profesional y el mérito demostrable a la hora de asumir responsabilidades de gestión, a todos los niveles.

Disfrutamos de un gran capital humano al servicio de la Sanidad Pública. Un colectivo envidiable al que debemos estimular y devolver confianza. Ellos debieran ser los lectores prioritarios de este Libro Blanco. Porque muchos de ellos son sus autores, aunque hasta hoy no conozcan el conjunto de sus aportaciones.

La sanidad pública de Madrid tiene un gran potencial científico, técnico y humano, que en los pasados años se ha deteriorado por el mal gobierno, el oportunismo y la incompetencia. Pero estamos a tiempo de cambiar las cosas; a tiempo de parar la fragmentación; de recomponer la organización territorial; de introducir racionalidad técnica y sacar interés de lucro; de hacer descentralización de la buena: trasparente, responsable, con órganos colegiados de gobierno, con rendición de cuentas; de incorporar a los clínicos a la gestión en éstas mismas claves de autonomía y ética de servicio público; de tender puentes entre lo sanitario y lo social; de buscar la equidad del sistema acercando los servicios a los más excluidos y necesitados.

Estamos a tiempo, también, de aplicar las buenas lecciones de los sistemas sanitarios de aquellos países y regiones donde lo público funciona: resituando a la atención primaria como eje del sistema y apoyándola para que sea el agente personalizado, confiable y estable de los pacientes; reorganizando la red hospitalaria de agudos, de crónicos y de alta especialidad para mejorar la eficiencia y la calidad; aprendiendo a crear organizaciones sanitarias integradas y a trabajar adecuadamente con los enfermos crónicos, pluripatológicos y frágiles.

Y, sobre, todo, estamos a tiempo de volver a encontrarnos con todos los agentes sanitarios y sociales para que el diálogo y la reflexión compartida permita cimentar un nuevo contrato social que aporte fortaleza y estabilidad al servicio público de salud de Madrid: éste es un patrimonio de todos, y a todos nosotros corresponde asegurar su sostenibilidad.

Apoyo sin reserva alguna dos retos: el primero, que la calidad del Sistema Público de Salud de Madrid se mantenga en un nivel de excelencia que garantice el uso por todas las clases sociales; en palabras más claras: no aceptaré que la sanidad pública se descapitalice y acabe siendo una “sanidad para pobres”, ya que todos sabemos que ésta acabaría siendo una “pobre sanidad”; y el segundo es el reto de que leguemos a la siguiente generación una sanidad pública mejor que la que nosotros recibimos de nuestros mayores: a esto, y no a otra cosa, yo llamo sostenibilidad.

Y vuelvo al principio: es un libro de imprescindible lectura. Desde luego para quienes vamos a defender sus ideas reformistas y regeneradoras sobre la sanidad de Madrid, con la convicción de ponerlas al servicio de una Comunidad que espera y exige limpieza y eficacia en la gestión.

Para que Madrid vuelva a ser una Comunidad, articulada, cívica y decente, necesitamos restaurar los principios de justicia, igualdad y solidaridad. Éstos son precisamente los grandes referentes que deberán de regir la acción política. Y este es mi compromiso.

Madrid, 31 de enero de 2011

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